Un recuerdo a Españeta cada verano

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– “Ya estamos llegando al estadio, hijo. Es agosto, hace calor, pero cuando lleguemos pasaremos un día inolvidable viendo la presentación del equipo y el trofeo Taronja-Bernardo Españeta.”

– “Papá, ¿y quién fue Españeta?”.

Un recuerdo a Españeta cada verano 1

Esta conversación me la imagino a menudo. Un hijo en el futuro preguntándole a su padre quién era Españeta. Siempre he tenido a este entrañable utillero como una conexión entre valencianistas y entre generaciones, un personaje transversal y atemporal, de Club y no de personas, pero al mismo tiempo querido por todas las personas que han pasado por el club.

Compartió vestuario con el técnico Mundo, legendario integrante de la “Delantera Eléctrica” y máximo goleador histórico del club, quien además le puso el mote cariñoso de “Españeta” por su apellido (Bernardo España). También trabajó junto a Alfredo Di Stéfano, Pep Claramunt, Waldo Machado, Vicent Guillot, Mario Alberto Kempes (quien consideraba a Españeta como un padre para él), Ricardo Arias, Fernando Gómez, Claudio López, Rafa Benítez, Amedeo Carboni, David Albelda, Rubén Baraja, David Villa… y esta es solo una minúscula muestra de todos los jugadores y técnicos que ha visto pasar Españeta por Mestalla. Hasta 15 títulos oficiales ha visto celebrar en primera persona. 

Pero no voy a centrarme en números ni estadísticas sino más bien en sensaciones. Concretamente en esa sensación de mirar a Españeta y ser consciente de estar viendo casi toda la historia del Valencia Club de Fútbol. Su eterna presencia junto a su divertida y cercana personalidad lo hicieron querido por todos los integrantes del vestuario. Da igual si un jugador era titular o suplente, si se convirtió leyenda o si pasó sin pena ni gloria, si se llevaba mejor o peor con el técnico, con la directiva o con la afición, todo eso daba igual porque con Españeta todos eran iguales, todo eran risas y alegría.

Esto podía verse cada mes de agosto cuando el equipo se presentaba ante su afición poco antes de disputarse el Trofeo Naranja. Los jugadores eran presentados uno a uno mientras la grada aplaudía en función del cariño que tuviesen hacia cada jugador, pero la ovación de la noche se reservaba para el final. Estaban ya los jugadores y el cuerpo técnico posando en el centro del césped para la foto de rigor pero faltaba un integrante. El público lo sabía, y en cuanto el speaker empezaba a presentarle todo el mundo se ponía en pie a corear su nombre: “¡ES! ¡PA! ¡ÑE! ¡TA! – ¡ES! ¡PA! ¡ÑE! ¡TA!”. No había ningún jugador que se llevara una ovación igual a la que escuchaba el bueno de Españeta. Salía del túnel de vestuarios dirigiendo su mirada a la grada con una sonrisa, con un rostro lleno de orgullo, de valencianismo y correspondiendo al cariño que el público le brindaba ese día. Alzaba sus manos al cielo cual pistolero del lejano oeste, y caminaba lento pero seguro hacia el centro del campo donde le esperaban unos jugadores sonrientes que también estaban aplaudiendo con todas sus fuerzas. Siempre vi este momento como una pequeña “lección de valencianismo” para los nuevos jugadores y para los que llevaran poco tiempo en el equipo. Poco a poco se iban dando cuenta de la importancia de Españeta, y ese día quedaba en evidencia cuando el público entero le ovacionaba puesto en pie. 

Tras los fuegos artificiales daba comienzo el partido del Trofeo Naranja. Esta presentación y su vinculación al trofeo no va más allá del año 2007, que fue la primera vez que la presentación y el trofeo se celebraron el mismo día, y la última presencia de Españeta en este acto fue en 2016, cuando se le rindió homenaje por su merecida jubilación a los 78 años, tras más de 55 años en el club. No parece por tanto una tradición demasiado extensa en el tiempo, pensarán algunos, y tienen razón. No es una tradición cuantitativamente relevante, pero considero que sí cualitativamente relevante. Esa eterna dicotomía entre cantidad y calidad. No fueron por tanto muchos los años en los que sucedió esto en los prolegómenos de un Trofeo Naranja, pero creo que sí caló o marcó mucho a la gente, sobretodo en una década en la que no había demasiadas alegrías en la entidad sino más bien momentos de crisis tanto deportivas como económicas, que conllevaban guerras sociales. Este momento era un instante en el que todo se olvidaba (las batallas sociales, las crisis deportivas, si los fichajes gustaban o no gustaban, si había venta de jugadores importantes, etc.). Todo eso no importaba en el instante que Españeta hacía su entrada al césped

Por tanto uno de mis deseos desde hace años es que el Trofeo Naranja, que cada verano se celebra como presentación del equipo ante su público, pueda mantener el nombre de Naranja o Taronja, y por supuesto tantos nombres de patrocinadores como el fútbol moderno permita, pero también desearía que portase un “apellido”, el de nuestro mítico utillero D. Bernardo “Españeta”. De este modo su nombre se escuchará cada verano, generación tras generación, y los niños oirán su nombre, preguntarán quién era, y cada verano alguien levantará un trofeo dedicado a él, o lo que es lo mismo, dedicado al valencianismo, al valencianismo de todas las generaciones, a los que están y a los que ya no están. Tener presente a Españeta es tener presente nuestra memoria como Club

 

“La historia del Valencia se resume a la vida de Españeta.” (Quique Sánchez Flores)

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